sábado, 2 de abril de 2011

CAPITULO 2 (Sin Vida)

Me pregunto cuando fue que acepté que iba a morir tempranamente, no lo sé, quizás fuera cuando por primera vez noté que mi vida no tenía un real sentido en este mundo y que yo no era nada más que otra pieza de un ajedrez gigantesco, prescindible para ganar una partida de la que yo no tenía constancia.
O puede que fuera aquella vez…
Apenas recuerdo ese día, como el resto de mi memoria parecen días difusos y borrosos, como si lo hubiera visto desde la gran pantalla de cine hace mucho tiempo, en vez de haberlo vivido en primera persona.
Tendría aproximadamente seis años cuando me pasó. Era uno de esos días vacíos en los que prefería sentarme bajo la sombra del limonero del colegio, un árbol de ramas tan bajas que ofrecían cierta protección ante las divertidas miradas de mis compañeros.
Ese era uno de los pocos lugares que podía decir que fueran míos, un rincón alejado de todo y todos, donde podía concentrarme en mí e intentar silenciar esas voces que siempre me molestaban con imposibles peticiones “Ve a jugar con ellos” me solían decir o “Te estas marginando tu sola”.
A mí simplemente no me importaba, nunca me apetecía jugar, puesto que sabía que no iba a divertirme y estar marginada no era tan malo, en verdad me costaba comprender el sentimiento que tenían los demás por estar juntos. Yo era la única que sabía como era yo realmente, nadie podía comprenderme, ni yo comprender a nadie. Por ello en mi mundo sólo existía yo y nadie más.
Ese día hacía más calor del normal, típico de los meses cercanos al verano, la mayoría de los niños preferían jugar en lugares donde diera sombra y no se movían con tanto apasionamiento como otros días. Yo hundía la cara entre las piernas, bajo mi limonero. Apoyada en su nudoso tronco.
Como siempre estaba discutiendo con las voces de mi mente, era difícil ignorarlas cuando simplemente se ponían  a gritarme porque no las escuchaba. Recuerdo que en un segundo estaba bien, las voces extrañamente enmudecieron, casi parecían estar dándose cuenta de que iba ha ocurrir algo malo conmigo.
Al siguiente segundo, todo el mundo perdió color, me llevé la mano al pecho, mi corazón latía dolorido, nunca había sabido lo que era el dolor hasta ese momento, notaba como si me partiera en dos. Entonces comencé a toser, todo daba vueltas a una velocidad incontrolable. Pequeñas gotas rojas florecían como pequeñas rosas por mi ropa, girando en un bucle interminable.
La cabeza se me fue hacía atrás sin poder evitarlo y caí de espaladas contra el suelo, pronto todo se volvió de un negro mate.

Abrí los ojos con esfuerzo, no me sentía bien, notaba la cabeza bamboleante. Y mi visión no era la más buena, tras un rato noté que seguía viéndolo todo borroso y me preocupe. Un pitido insistente me perturbaba ¿Dónde estaba? Mire en rededor y pude distinguir una figura blanca sin facciones que se me acercaba, otra de azul la acompañaba.
Una mano cálida se posó en mi frente, lo siguiente que recuerdo es que me puse a gritar. Me había desmayado. Después pude saber que aquella mano pertenecía a la doctora y a al enfermero, así como que había estado cinco días en coma, cuatro con una fiebre increíblemente elevada y que me habían hecho una transfusión de sangre.
No sé que fue exactamente lo que aquella primera vez tuve, ya que era difícil entender las palabras médicas que utilizaban allí, ni tampoco me preocupaba mucho, sólo sabía que tendría que pasar un tiempo en el que periódicamente me inocularan una sustancia vía intravenosa, para mejorar la debilidad de mi corazón.
Aquella vez cuando el médico intentó explicarme que es lo que me sucedía, intentando explicármelo de la manera más simple posible, intentando ser dulce y a la vez creíble. Yo lo había resumido todo en un par de palabras “Yo iba a morir, ya que mi corazón no funcionaba como debía…”

Abro los ojos, así que estaba dormida "Últimamente no haces nada más que dormir" Se queja una voz en mi cabeza, de la que ni si quiera me molesto en contestar, pronto varias más se agolpan en una sinfonía de estruendosas quejas y molestas peticiones, suspiro mirando la luz cambiante del techo, viendo como las luces de un nuevo amanecer se reflejan en ricos colores dorados en el techo y haciendo destellar las lágrimas cristalinas de la lámpara.
Puede que sea extraño pero por alguna razón siempre me he sentido hipnotizada por aquel pequeño techo que compone la mitad de mi existencia, puede ser por que cuando miro al techo, en algo tan sencillo como tumbarse boca arriba, no tengo que hacer nada, ni hablar con nadie, ni pensar más de la cuenta que hacer con mi vida.
Supongo que debí haber bebido agua el día anterior porque la sangre no me sabe muy mal en la boca, su sabor parece casi indeleble en mis papilas gustativas, sin embargo resulta un sabor agradable, puesto que ya lo considero un sabor conocido...
Hundida en mi mundo brillante y luminoso, no presto atención a la intromisión de mi madre en mi habitación, que sin llamar, ni avisar si quiera antes, entra con el paso ágil y rápido de la que ha practicado atletismo en el instituto. Mis ojos no se desvían más de un segundo del juego de luces, aunque ya sé de antes que mi paz estaba perturbada.
    -Por alguna razón sabía que estarías despierta.
No respondo, ¿Qué podría decir? "Podrías decir que la quieres" dice una voz aniñada "O que te alegras de que este siempre a tu lado" opina otra voz femenina pero más grave de lo normal. "Eso sería mentira" me limito a señalar, yo no quiero a mi madre y sé de sobra que para ella, yo no soy más que un problema que nació en el peor momento de su vida, siendo la razón de que se viera obligada a cerrar su baúl de sueños en algún lugar lejano de su mente.
Ese rincón donde todo acaba siendo roto y cubierto de polvo, hecho de decepción y melancolía. Por ello, siempre me acusó con esos ojos oscuros, los cuales no había heredado, de un extraño agravio cometido. Ahora esa persona que me era tan indiferente y que tan rara vez veía, estaba delante de mí en esa postura que pretendía imitar a la de las madres, sin mucho éxito.
 -Bueno...-se cruza de brazos, notando de que no iba a ser muy comunicativa-Buenos días-continuo sin responderle- ¿Dafne, te importaría hacer un poco, sólo un poquito de caso?-sisea nerviosa.
Inmóvil, muevo levemente los ojos, para enfocar su cara, sin mover un ápice de mi cuerpo. La observo intentando discernir qué es lo que realmente quiere o necesita. Comparada con Martina, mi madre es más guapa, nada de piel grasosa y sudorosa, sino una piel blanquecina y una cara afilada que he heredado, lo único que tengo de ella. El resto me viene de la ascendencia de ese supuesto padre escocés, que desapareció, abandonándola y ya de paso agriando su personalidad.
 -¿Quieres mi atención?-me doy cuenta de que tengo la voz pastosa y que siento como si con cada palabra se moviera una aguda espina en mi garganta.
 -Sería todo un detalle, la verdad-junta los labios en una línea enfadada- ¿Cómo es que no me dijiste que vomitaste en Educación Física?
Me callo y centro la mirada de nuevo en el techo, en los cada vez más menguantes colores dorados del amanecer por la claridad de la luz que no hace más que crear sombras por todas partes y causa de vez en cuando un ocasional destello en las lágrimas de cristal.
 -No era necesario-me limito a responder.
Veo como claramente enrojece de la ira, por momentos su papel de madre benevolente y cariñosa desaparece, para mostrar su verdadera personalidad retorcida y odiosa. "No deberías pensar eso de tu madre" se queja lastimeramente una voz de mi cabeza.
 -¡¿Cómo que no era necesario?!-Explota- ¡¿Sabes la cara que se me quedó cuando me llamaron para decírmelo?!
Podría decirle que era imposible saber que cara puso, puesto que no estaba allí, pero me límite a guardar silencio en vez de dar una respuesta que realmente no tenía ni ganas ni motivos auténticos para contestar. Así pasó un minuto, cuando de nuevo su ira se manifestó de la otra forma que le quedaba...la física.
Enfadada, caminó o más bien dio un par de saltos hasta mí, arrancó las mantas que me mantenían en un nido de calor, disipando casi automáticamente cualquier placer de comodidad que pudiera haber logrado y me agarró con ambas manos del cuello del pijama, alzándome literalmente, mientras resollaba,  bien por el esfuerzo o por la ira.
Las voces gritaban todas a la vez, entremezclando su normal orden en una retahíla de palabras inconclusas, nerviosas y gritonas. Séase irreconocibles, me mantuve seria, sólo un poco molesta por la cercanía, al menos técnicamente estaba tocando el chaleco, no mi piel. Lo único que en esa situación me podría haber puesto nerviosa es el contacto físico.
 -¡Ya sé que soy una mala madre, sería mejor que tú...-sus ojos brillaron de una extraña manera que nunca había visto antes-habría sido mejor que nunca te hubiera tenido, no haces más que darme problemas, preocupaciones...no sirves para nada!
Me dejó caer de nuevo sobre la cama, con más brusquedad de la necesaria, tanto que el colchón crujió bajo mi peso, sus mejillas estaban encendidas de un intenso escarlata, yo me limité a mirarla sin  ninguna emoción en especial, si esperaba que sus duras palabras de madre que odia a su hija pero finge quererla, me habían llegado, se equivocaba, en parte porque no me importaba nada de lo que dijera y el otro motivo, por que yo también creo que tiene razón.
Un segundo antes de darse la vuelta y salir de la habitación dando un portazo que hace temblar las paredes, veo que aquel brillo extraño que había en sus ojos eran lágrimas que no habían podido ser contenidas. Me vuelvo hacía el techo, donde los colores ya han desaparecido completamente, las voces están en un extraño mutismo, pero siguen ahí, quizás silenciosas pero vibrantes de nuevas palabras.
"Ya estoy segura, antes dudaba, pero ya he dejado de dudar, ni tampoco puedo evadirme más de la realidad", aprovecho para pensar en el silencio de mi mente para acostumbrarme a la idea "No creo que me quede mucho de vida"
Me siento al pie de la cama y abro mucho los ojos cuando una nueva arcada me sube por la garganta, sin apenas tiempo de sacar el pequeño cubito de arena que había escondido debajo de la cama y vomitar de nuevo una nueva cantidad de roja sangre, me limpio los labios con la manga y me levanto. Me acerco a la ventana, poso la mano sobre el cristal, viendo el bonito día que hace y él único pensamiento que se me viene a la cabeza es "Hoy llegare tarde al instituto"


5 comentarios:

  1. Dios me ha encantado >.<
    Tia amo como escribes *-*
    P.D: Soy Almudena xDDDD

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  2. Genial, espectacular...podría decir todos los adjetivos buenos para esta hiestoria pero me quedo con...MARAVILLOSO xD. La verdad es que Dafne me da mucha pena ._. y la madre no debería haber dicho eso :( jope que drama hay aquí y yo que lloro con nada...xD
    Genial como siempre.
    Te quieroo <3.Elenna

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  3. wuauuu como mola tu historia *_*n xDxD
    Elenna ( la chica que te ha comentado ) me ha recomendado tu blog y de verdad es buenísimo !!!!!
    Bueno un abrazo y sigue escribiendo así !!!!!! :D

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  4. Por cierto me encanta tu mascota y yo también estoy ''algo'' loca xDxD

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  5. esta muy bueno...

    saludos!!

    suerte
    cami

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