viernes, 15 de abril de 2011

CAPITULO 3 (El olor de la cólera)

   Ese olor... no era normal... era un olor escurridizo, empalagoso y agridulce. Parecido al olor que tenía un caramelo derretido tras haber caducado hacía un año. Y sin embargo era un olor agradable, de esos que me gustaba aspirar durante un largo tiempo y profundamente. Sabía que nunca lo había olido, pero tenía una extraña sensación de familiaridad y casi reconocimiento. En cierta manera me hacía recordar un sentimiento de entrañable melancolía.
   Alcé los ojos, protegidos por los gruesos cristales de unas gafas que habían vivido años mejores, similar a un perro de caza que ha descubierto su presa, centré la mirada en la chica que acababa de entrar. Puede que fuera la primera vez que me fijaba realmente en una persona de mi instituto, pero ese aroma era tan profundo que casi podía paladearlo con la lengua.
   Tenía un rostro menudo y una piel porosa, cubierta de pequeños granos que la afeaban sobremanera, baja y de pelo grasoso y rizado, de un color parecido a la miel sucia. No era la chica más guapa que había visto en mi vida, pero desde luego era a la que más atención he prestado. Mi corazón latía más rápido y una sensación de calor escaló mi cuello hasta enrojecer mis mejillas, sorprendida ante mi propia reacción, no me di cuenta hasta después, que por primera vez en toda mi vida había experimentado lo que era la ira, una ira irracional y sin sentido, estropeaba la esencia que ese olor despertaba en mí.
   La chica atravesó la clase, deteniéndose a mitad del camino que llevaba a la mesa del profesor, que se apresuró a levantarse y a tomar las fotocopias que ella le tendía, sonreía, dejando entrever unos dientes ligeramente torcidos.
   -Son para entregarlas, para la próxima reunión con el tutor-informó la chica.
   -¿Se las doy?-preguntó claramente refiriéndose a sus alumnos.
   -Sí-asintió- Bueno, me voy-añadió tras un rato- Adiós.
   Se dio la vuelta y de la misma manera efímera y corta en la que había entrado para entregar el montón de fotocopias, salió. No sin antes dedicarme una corta mirada de ojillos entrecerrados y un gesto ceñudo, casi como si ella pudiera olerse a sí misma, arrugaba la nariz de manera curiosa, como si percibiera un aroma que la desagradara.
   Aquel enfado no desapareció, se convirtió en algo más cerrado y oscuro. Por primera vez, deseaba algo pero no sabía muy bien el qué. Olerla y hablarle o golpearla y gritarle. Cerré los ojos, abrumada por unas sensaciones que nunca había percibido antes y las cuales odiaba, las odiaba por que no podía controlarlas y porque me alteraban. Las odiaba porque durante un segundo, al sentir como su olor se desvanecía, había notado algo parecido a ansias de vivir. Algo que debía quitarme de la cabeza, ya que pronto moriría.

   "¿Quién era?" "¿Por qué olía así?" "Podemos buscarla y hablar con ella" "Puede ser tu amiga" "Nunca has tenido una amiga" "¡Sería tu primera vez!" El concierto de voces en mi cabeza me estaba volviendo loca, no podía concentrarme en el Dominio de las malditas funciones. "¿Qué diablos decís?" gruñí mentalmente a las voces, que en consecuencia se callaron. Estaba muy enfadada, tanto que por primera vez se me ocurrían todas esas palabrotas que tantas veces había escuchado.
   Me dolía la cabeza, no había comido nada ni durante el almuerzo ni la cena, notaba un dolor agudo en el estómago, que me llevaba cada dos por tres al servicio, tuve tres arcadas, en las que no llegué a vomitar nada. Martina no me deja, he insiste en que coma, mi madre me odia, todo el mundo me odia y por primera vez en mi vida, estoy enfadada con todos y especialmente con esa chica, ella que ha despertado estos sentimientos que ahora me hacen pasarlo tan mal.
   Aburrida, retiró la silla del escritorio y de un pequeño salto me tumbo boca arriba en la cama, lástima, no hay hermosos colores danzantes que contemplar  en el techo y sí un mar de preocupaciones que parecen agravarse a cada instante. "Sería mejor que me muriera en este momento" pienso abatida, "Odio que seas tan negativa" dice una voz infantil en mi cabeza "¿Y quién eres tú para odiarme?" pregunté molesta "Eres un caso perdido" dijo otra voz, como siempre, no esperaba que me respondieran a esa pregunta, no era la primera vez que la planteaba.
   -Esa chica...-me dije en voz baja-debo hablar con ella. Debo... conocerla, para que simplemente...vuelva a desaparecer... y yo vuelva a ser como era antes.
   Tras decir esto, cerré los ojos, abriendo así las puertas de ese mundo llamado oscuridad.

   Agotamiento...una palabra que puede guardar el peor de los significados. Apenas tenía fuerzas para llevar la mochila al hombro, por lo que había acabado colgándome la mochila de ambos brazos, algo que no me gustaba hacer desde hacía mucho. Me sentía tan débil que me costaba respirar, notaba como si todo mi cuerpo hubiera sido fabricado con una extraña mantequilla dura por fuera, pero blanda por dentro.
   El desayuno, aquella tostada y media que me había obligado a comer se me repetía continuamente dentro de la boca, además mi estómago estaba tan cerrado que al primer bocado, me sentí llena, por lo que el resto de la tostada me dio realmente asco devorarla.   Y lo peor no era nada de eso, ya llevaba varios días muy quejica, enfadada y confusa, simplemente esta persona no era yo. Y todo por culpa de esa chica ¿Pero por qué? ¿Cómo podía ser que un minuto pueda cambiar un modo de vida al completo?
   Llevaba varios días buscándola con la mirada, a veces la veía, pero nunca me acercaba, tan pronto supe que la odiaba supe que por alguna razón ella me odiaba a mí, ese era el único sentimiento que pensar en ella o cuando la miraba despertaba  en mí y sabía que ella pensaba lo mismo puesto que cuando nuestras miradas se encontraban, ella tendía a arrugar los labios, algo que la afeaba más todavía y  entrecerraba los ojos, igual que si quisiera taladrar me con ellos.
   No sé que parte del cerebro se encargaba de diferenciar a las personas en amigos o enemigos, lo que sí sé, es que esa chica era mi enemiga, por alguna razón desconocida. Que si ella desaparecía, también lo harían todos estos sentimientos que en los últimos días no me habían dejado tranquila.
   Sin darme cuenta llegó hasta las enrejadas puertas de esa aburrida cárcel que llamaban instituto, una condena, que según mis últimos pensamientos me parecía horrorosa, porque cuanto mayor era la proximidad con ella más nerviosa me ponía. "Estas paranoica" se quejó lastimosa una voz grave en mi cabeza.
   -Cállate-dije en voz alta atrayendo la mirada de varias personas hacía mí, a las cuales ignoré, no me importaba lo que pensaran.
   "Deshazte ya de esto, ve ha hablar con ella de una vez" me aconsejó otra, "Después puede que ya no sientas eso" añadió una tercera.
   -Me acercaré a ella cuando quiera.
"Ilusa" me criticó otra voz. La ignoré y continué mi camino. Pero tenían razón, tenía que terminar con esto cuanto antes. Debía hablar con ella.
   Las tres primeras horas fueron cansadas y aburridas, siempre que tomaba una decisión la seguía, me había propuesto que definitivamente le hablaría. Sin importar nada, debía acabar con esto y volver a ser la de antes, miré por la ventana, ya sólo quedaban cinco minutos para que tocara la sirena y pudiera salir al recreo. El cielo azul me fascinaba, aunque siempre había tenido la sensación de que ese no era el color indicado. Debía ser otro.
   Como siempre dejé que aquellos que compartían clase conmigo salieran atropelladamente de la clase, antes de salir yo. No comprendía esas prisas que se tomaban por ver quién es el que alcanzaba antes  la puerta, creando un tapón con el que tardaban más en salir.
   Mis pasos me llevaban hasta la salida más cercana, notaba un nudo en el estómago, además de que cada fibra de mi cuerpo vibraba, me costaba reconocerme en aquella persona que ahora se encontraba excitada, nerviosa y temblante "¿En qué me he convertido?" Pregunté dándome ánimos a mi misma "Yo no soy así, yo nunca he sido así" Me entraron ganas de llorar. Últimamente siempre tenía ganas de llorar, era patético.
   El patio tenía forma cuadrada, por lo que si te ponías desde ciertos sitios, podías verlo completamente y buscar a cualquier persona. Este recreo a diferencia del parvulario no tenía árboles, por lo que echaba de menos aquel limonero que me servía de refugio, pero hoy no deseaba desaparecer, por primera vez quise ser visible.
   Tuve que mirar varias veces, para encontrarla, se hallaba en las gradas de la pista de futbol, estaba con sus amigas, pero igual que yo, se había girado para mirarme. Pese a la distancia pude sentir que algo saltaba entre nosotras al mantener el contacto visual. Ella musitó a sus amigas algo y se retiró hasta una esquina del patio menos transitada. Una vez allí me hizo un gesto con la mano, que tardé en reconocer como un "ven".
   Camine lentamente, tensando me a cada paso y apretando los dientes fuertemente, intentando liberar la ira que había estado reteniendo en los últimos tiempos. Pero misteriosamente me calmé al llegar a su lado, ese aroma volvió a confundirme, alcé la mirada confusa y desorientada. "¿Que me había pasado? ¿Qué se suponía que estaba haciendo yo allí con ella?"
   -Realmente eres muy ruidosa-se quejó la chica, apoyándose en la pared y taladrándome con la mirada-Claro que no esperaba encontrarme con alguien como tú aquí.
   Pestañeé confusa, sin tener muy clara la razón por la que yo estaba hablándole a alguien, recordaba haberme sentido molesta, incluso cabreada, pero ahora, ese olor penetraba mi nariz, devolviéndome a la antigua yo.
   -He de reconocer que te has ocultado muy bien-asintió como para ella, sin notar mi estupor- Llevo aquí doce años y nunca te había sentido antes.
   -Adiós-fue mi única respuesta.
   Ya no comprendía que era lo que hacía allí, había vuelto a ser yo misma. Me dí la vuelta para marcharme, sin querer perder tiempo, odiaba tener que hablar en el instituto, no tuve oportunidad ni de dar dos pasos cuando su mano me agarró con fuerza del codo.
   -Estas de broma ¿verdad?
   Con brusquedad y respirando sobresaltada aparté mi brazo y la miré fríamente, nadie podía tocarme, odiaba que me tocaran.
   -No me toques-gruñí más que hablé.
   Una sonrisa deformó sus labios, haciéndola parecer extraña y a la vez malvada, me recordó a la sonrisa del cuento de Blancanieves cuando la madrastra mandó a que le arrancaran el corazón. Claro que verla en dibujos era diferente a verla en persona.
   -Entiendo-rió con una carcajada seca y fingida- Tú no sabes que eres, ¿verdad? Tampoco sabes quién soy yo-volvió a reír- Y yo que creía que tú me habías descubierto... bueno... no creo... Me llaman Carmen-me tendió una mano.
   Cada palabra que salía de su boca se me hacía más y más extraña a cada momento, parecía no tener sentido alguno al hablar.  Claro que no sabía quien era ella, hasta hacía unos minutos, había pensado en ella como mi enemiga, tremenda tontería, seguramente había sido la falta de azúcar, ¿y yo había estado desvelada varias noches por ella? Ahora parecían años.
   Miré la mano que me tendía sin ofrecer ningún sentimiento más que aburrimiento, lo único que hacía era aspirar su fragancia, tal vez lo único positivo que había en su persona. Tras un rato la retiró con otra queda y ronca carcajada.
   -De verdad que sois difíciles, de acuerdo, ya tomé la decisión-me miró con tanta intensidad que pensé que me reventaría la cabeza- Te espero a la salida del instituto en el callejón que hay entre el Pub y esa nave tan grande que siempre huele a pescado.
   Si esperaba despertar mi curiosidad con esas extrañas palabras se equivocaba. Me giré otra vez para irme, esta vez sí, teniendo prisa en que no me tocara ni me retuviera.
   -Vete si quieres-dijo en voz baja-Si no vienes no te diré como deshacerte de esas voces que tanto te molestan.
   Mi corazón dio un brinco y en mi cabeza se hizo un silencio sobrecogedor. Me giré tan rápida que por un segundo creí perder el equilibrio, la miré con los ojos entrecerradazos y la mandíbula apretada. ¿Cómo lo sabía? ¿Cómo podía saberlo? Nunca se lo había dicho a nadie.
   -¿Sorprendida?-sonrío fríamente-Ven a la salida y te lo explicare todo.
   Esta vez fue ella la que se dio la vuelta y se marchó, dejando su curiosa fragancia tras de sí, sentí como que todo mi cuerpo se venía abajo junto con una increíbles ganas de vomitar "Pero que..." me dije a mi misma, sentándome en el sucio suelo del patio "Se suponía que era mi secreto, ¿Por qué lo sabía? ¿Por qué decía cosas tan raras? ¿Que me había pasado que me había sentido tan rara en los últimos días y ahora no?" Hundí la cabeza en mis rodillas, confusa como nunca lo había estado "Algo se acerca" me dije sin saber muy bien porqué.

   Conocía esa zona, ya que la había visto en ocasiones, es donde aparcaban los autobuses de los otros pueblos, se encontraba detrás del edificio principal del instituto, por lo que había que dar un buen rodeo para llegar hasta allí. Me sentía muy débil y  además aunque no me importase sabía que iba a preocupar a Martina, ella siempre se preocupaba cuando me retrasaba.
   Eso no era lo importante ahora, ella parecía saber como podría deshacerme de las voces, estas ahora retumbaban molestas en mi cabeza, no les parecía una buena idea lo que iba a hacer "Callaros" grité mentalmente.
   Mis pies finalmente me llevaron hasta el callejón. Olía un tanto mal y puesto que las cornisas de ambos edificios eran bajas, estaba casi oscuro.
   -Estoy aquí dentro-oí la voz de Carmen salir de allí.
   Me adentré un par de pasos, vacilantes sin verla aún, casi llegué al fondo cuando me di cuenta de que en ese callejón no había nadie, a mis espaldas sonó la risa queda que tanto había rememorado durante las clases, detrás mía e impidiéndome la salida estaba Carmen, algo destelló en su mano, fijé la mirada en el objeto, descubriendo que era una navaja.
   -Como una mariposa quedaste atrapada, pequeña rosa.
   Alzó la navaja y mis pies resbalaron al intentar retroceder con algo que me hizo caer, sin tiempo a reaccionar, Carmen me alzó la cabeza por los pelos, casi apunto de arrancármelos y sin tiempo de gritar me cortó la garganta.

4 comentarios:

  1. O.O ESPERA...¿Quien es esa Carmen que conoce las voces de Dafne?, ¿Y que coñ" hace con la navaja? Joo no me puedo creer que lo hayas dejado así ._.
    Me ha encantadooooo <3333
    Te quiero, Elenna.

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  2. Buen capitulo!! Tu blog está genial te sigo!! :) también te sigo en el otro! :) Un Saludo!!

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  3. Uoo, uooo, uooo ¡¡Pero cuántas preguntas tengo ahora mismo en mí cabeza!!
    Joer, me has dejado con unas ganas enormes de saber qué pasa ahora =D. Espero la continuación.
    Un saludo =).

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  4. me ha encantado la forma con la que dejas con la intriga sigue escribiendo pofa, te sigo

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